El que hasta hace unos meses ha sido corresponsal de Televisión Española en Cuba, José Manuel Martín Meden, atendió una entrevista de “alguien” de una agencia llamada Rebelión con motivo de la publicación de su libro “¿Por qué no me enseñaste como se vive sin ti?”. El periodista hace acusaciones contra mí basadas en la mentira y la mala fe. Digo esto porque obviamente él, que ha pasado muchos años en Cuba, no es víctima de la desinformación, sino que desinforma deliberadamente.
En esta entrevista el señor Martín Medem me acusa de estar apadrinado por la administración Bush, de favorecer el bloqueo (sic), de apoyar el golpe de Venezuela y de estar relacionado con lo que el llama el exilio terrorista de Miami. Todo el que conoce nuestras posiciones y programa sabe que esto es mentira y que Martín Medem abusa de sus ventajas –y de nuestras desventajas– para descalificar a sus odiados adversarios. Adversarios porque luchamos por la libertad y los derechos humanos para todos y no para los tiranos que logren implantar el totalitarismo estalinista con el que él ha quedado intoxicado sin remedio.
Las acusaciones como las que Meden me hace coinciden con las mismas falsedades que el régimen totalitario –sin el que cual no sabe vivir– empleó para condenar en juicios sumarísimos, mentirosos y forzados a nuestros hermanos los prisioneros de la Primavera de Cuba. Todo el mundo decente ha rechazado esas condenas, pero Medem parece estar frustrado. ¿Tendrá como misión engañar la opinión pública para justificar otros encarcelamientos, entre ellos el mío? Digo que parece estar frustrado, porque ahora comprendo por qué en la conferencia de prensa que los funcionarios del régimen ofrecieron después de las detenciones de marzo de 2003, el preguntó nada más y nada menos que, si Oswaldo Payá también estaba clasificado como mercenario, por qué no había sido detenido. Su pregunta suponía emplazar al gobierno a que me detuviera y dio, públicamente, por reales las infamias que ahora repite en su entrevista.
Todo esto, para indignación de muchos cubanos y bajo el emblema de la Televisión Española. Esa televisión, que siendo de todos los españoles, parece que puede ser secuestrada –al menos respecto a Cuba– por extremistas como Martín Medem, que con parcializaciones, omisiones y maniobras extrañas, insultan la sagrada función del periodismo. Porque al decir televisión se habla solo de un medio de comunicación, pero al añadirle el calificativo española se identifican los ojos, los oídos y la voz de todos los españoles, cuya sangre también circula honrosamente por mis venas. Cuando Medem hizo esta pregunta yo llamé a la agencia EFE y quise hacer una declaración respondiéndole, pero me dijeron que esa agencia no podía permitir declaraciones en respuesta directa a la actuación de otro periodista. Me quedé sin derecho a réplica en el momento de esa asonada de terror, justificada por el emblemático corresponsal de Televisión Española.
Lo importante –entonces y ahora– es preguntar, ¿por qué en Cuba son detenidos y encarcelados pacíficos defensores de los derechos humanos? Parece que a Medem no le preocupaba eso, sino que le frustraba y aún le frustra que yo no esté en prisión detenido. En todo caso, no voy a huir. Aunque me maten –como me tienen prometido– no voy huir. A propósito, señor Medem, ¿qué fue usted a hacer a mi casa una de las noches en que se producían las detenciones, con su extraña visita de varias horas, sin equipo y sin cámara, pero siempre a nombre de TVE? Me pregunto –sólo me pregunto–, ¿cumplía usted alguna misión no periodística aprovechando su identidad para poder estar en mi casa mientras mis tres hijos, mi esposa y yo esperábamos el asalto de la Seguridad del Estado? ¿Puedo creer que estaba allí de buena fe? En su entrevista también afirma que yo apoye el golpe de estado en Venezuela. Si usted se refiere al golpe que dirigió Hugo Chávez en el que murieron muchas personas yo no lo apoyé. ¿Y usted, señor Medem, lo condenó o lo apoyó? Yo no apoyo golpes de estado de ningún signo, ni violencias de ningún signo, como suelen hacer los que padecen de hemiplejia moral. Si envié, sin embargo, un mensaje al pueblo, a los millones de venezolanos que estaban en las calles, pacíficamente, cuando las agencias de prensa anunciaron la renuncia del Presidente Chávez. Mi mensaje no alentaba al odio sino al diálogo. Junto a este mensaje también envié otro llamando a que se respetara la vida y la integridad física de todos los cubanos que estaban en Venezuela en misiones diplomáticas o de trabajo, ya que había noticias de peligros y amenazas. Lo hice en esas primeras horas después de anunciada, y no por mi, sino por las agencias, la renuncia del Presidente Chávez.. Haría bien en publicar ambas cartas íntegramente. Ambas fueron enviadas a través del ex Presidente Herrera Camping.